Dentro del relato tenemos diversas representaciones de figuras literarias, entre las cuales podemos encontrar:
Comparación:
"Su miedo- intervino Bilis, que apareció de repente por detrás de Lore-. Resulta embriagador como el vino."
Perífrasis:
Te honramos, dios de la luz, y te damos gracias por guiar el sol a través del vasto firmamento. Auriga, matador de serpientes. Tú, el de la puntería certera, el que trae las plagas, el que cura al hombre; heraldo del canto, la poesía y la danza; el que da voz a las profecías; el que aparta el mal, el que aplaca la furia…
Metonimia:
Soy Bilis.- El nuevo dios se arrodilló e introdujo los dedos en el fango ensangrentado-. Soy vuestro maestro.- Se deslizó los dedos sobre las mejillas-. Soy vuestra gloria.
Ironía:
Es cierto que nunca he transformado a una habilidosa artesana en un arácnido, ni arrojado a un bebé desde una montaña. Tampoco he condenado a nadie a que un águila le picotee el hígado durante toda la eternidad- dijo Cástor-. Así que supongo que aún me quedan cosas por aprender sobre el oficio de ser un dios.
En ciertos momentos de la obra vemos como la autora ocupa la descripción de distintos factores como el ambiente, los sentimientos o los mismos personajes para generar reacciones en el lector.
“Lore acercó una mano a su cuello desnudo. El colgante en forma de pluma. Notó unas palpitaciones en la sien, al ritmo de los latidos de su corazón. (…) Lore apretó los puños para que dejaran de temblarle las manos. Negó con la cabeza, pero su mente ya había empezado a hacer conexiones, a comprender la veracidad de esas palabras”.
En ese fragmento vemos como Lore se encuentra en un estado de negación, pasando de sentimientos desde la angustia a la rabia a la tristeza. Las descripciones físicas de los movimientos de Lore logran que el lector sienta la ansiedad de Lore, además que, con el contexto adecuado, el mismo lector llega a sentirse traicionado e incluso toma la tristeza de la protagonista y la intensifica.
“Cástor se acercó a ella. Esta vez, Lore no retrocedió. Aquello lo puso nervioso, más que otra cosa. Cástor se apartó, aunque eso no era lo que quería Lore… De hecho, no tenía claro lo que quería. Cástor cerró los ojos. (…) Pronunció su nombre de tal modo que… Se desató una tormenta dentro de ella. (…) La ira pasó al desconcierto, que a su vez dejó paso al instinto y desembocó en el deseo”.
En esta parte de la historia surge el romance entre la protagonista y su amigo de infancia. Como lectores vemos toda la mezcla de sensaciones de Lore y nos hace parte de esta confusión. Su constante cambio hace que uno se angustie y quiera saber rápidamente que pasará entre los personajes que llevamos acompañando durante todas las páginas anteriores.
“Cástor se levantó del agua lentamente, con el rostro mudo de expresión, despidiendo un fulgor dorado por los ojos. El aire se estremeció alrededor de Cástor, a causa del poder que irradiaba. (…) La luz y energía que envolvían a Cástor se intensificaron”.
Vemos a Cástor como un nuevo dios, la descripción de su cuerpo, del ambiente que forma con su aparición logra que el lector se estremezca y se emocione por Cástor, ya que, teniendo un contexto previo se sabe su pasado y lo que significa para este su ascenso.
Siguiendo con los recursos estéticos, tenemos ciertos símbolos que son importantes de mencionar.
Primero tenemos el escudo, este puede significar distintas cosas a lo largo del relato, pero lo que más representa es el desarrollo, el avance. El escudo se va mencionando constantemente, ya que es algo que todos buscan y solo Lore sabe su ubicación, además de ser la única capaz de utilizarlo. En un comienzo, la protagonista niega su conocimiento sobre este objeto, quiere evitarlo a toda costa por los recuerdos que este le trae, los del último agón. A medida que avanza el relato, la actitud de Lore va cambiando hasta que decide que es hora de buscar el escudo y terminar con el agón. Esa decisión con respecto al escudo representa el avance interno, el desarrollo, la madurez que sufre Lore.
El segundo símbolo es un personaje, Miles. Este es el único personaje que no tiene conocimiento sobre el agón y solo es parte de la historia por ser amigo de Lore. A medida del relato se piensa que este personaje secundario sería una traba para la protagonista, pero resulta ser una ayuda y, sobre todo, un apoyo para Lore. Y esto es lo que representa, la amistad incondicional, el quiso ayudar a Lore sin saber que era el agón, sin tener idea que estaría en presencia de los dioses del Olimpo, sin embargo, cuando se enteró tampoco quiso irse, si no, que se quedó con su amiga hasta el final, sin importar qué.
Por otro lado, hablemos de las sensaciones que este libro genera. Desde el inicio tenemos esa curiosidad sobre el pasado de Lore, y esta se mantiene durante todo el relato ya que nos revelan poco a poco su pasado. Debido a la constancia de aparición del grupo de amigos de Lore, terminamos queriéndolos y sentimos esa ansiedad cada vez que tienen una misión, cuando deben tomar caminos distintos. La autora logra que estemos constantemente preocupados de los personajes. Igualmente simpatizamos con ellos, con el pasado de Lore, con el pasado de Cástor e incluso con su presente. Pero no todas las sensaciones que genera esta obra son “malas”, la autora nos regala momentos de diversión entre los personajes, momentos de reflexión, incluso de amor. Esto crea que el lector sea mucho más cercano a los personajes y pueda sentir a flor de piel lo mismo que estos.
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